domingo, septiembre 05, 2010

Más nostalgia del bélit



No fue una correspondencia torrencial, pero sí valiosa, la que recibí por la columna del domingo pasado. Fueron palabras muy reconfortantes, pues me di cuenta que no soy el único interesado en traer a la memoria algo de lo que vivimos en la infancia quienes ya pasamos hace rato los cuarenta. Como quiera que sea, ya entramos a la etapa en la que recordar es uno de los placeres mayores, quizá el más importante pues nos da fuerza para hacer más llevadora la vislumbre del declive.
Chuy Aviña, citado en mi texto de hace una semana, se reportó con estas palabras: “Mi querido Jaime: nuevamente me transportas a los inmemoriales tiempos en que correr con una llanta dentro de las zanjas que hizo Ibarra Rayas, o los encuentros a lilazos lanzados por un tirabolijas que eran lo máximo de la diversión sana (sana babich, pos los moretones de los lilazos estaban cabrones). Tu puntual crónica del bélit o belít es la recreación de la memoria lúdica de toda nuestra generación; un par de variantes o mínimos detalles que me haces recordar de este hijo no reconocido del beisbol que jugábamos los que no teníamos para pelota, es que se podía jugar de manera individual o en equipos de tres, pues era mas fácil fildear los ‘batazos’, sobre todo los del bélit y el shangai que eran unos demoniazos tremendos; ya en las últimas temporadas en que lo jugué, al primer movimiento también se tenia que gritar una palabra que enmedio de la nebulosa creo que era ‘balai’ [‘palai’, dice mi hermano Luis Rogelio]; otra cosa que recuerdo de los ‘outs’ es que si a la hora de tirar a ‘home’ el palito quedaba tan cerca que no se pudiera contabilizar un tanto se consideraba quemado; en la primera fase el palo tirador se colocaba transversal al hoyo y el equipo defensor tiraba a quemar, pero debía ser quemado directo pues en el primer tiro (balai) no se contaban puntos. Ya en el bélit sí; si no se agarraba de aire, el defensor tiraba y a contar los tantos, con esa salvedad de que si quedaba tan cerca que no alcanzara un tanto se consideraba ‘out’ y en el shangai no había tiro al hoyo, sólo la posibilidad de agarrarlo de aire, en caso de no hacerlo se contaban los tantos hasta donde hubiera volado el palito, de este modo se dibujaba el equilibrio del juego: el primer movimiento era chansa para los defensores de quemar al bateador; en el segundo había equilibrio de fuerzas para ambos, y, en el tercero, la ventaja para el bateador (que, dicho sea de paso, si abanicaba a la primera en el shangai, era ‘out’, más bien ‘aut’). Apoyo con todo el torneo de bélit y propongo que sea en el parque Morelos, para terminar con un lonche de salchicha de Popo (¿existe todavía?) y un chapuzón en la alberca del mismo parque”.
También me escribió Roberto Valdés García: “Sólo para decirte que me también hiciste recordar años de mi niñez en Torreón. Durante un tiempo, por cuestiones de trabajo foráneo de mi papá, vivimos con mis abuelos maternos con los cuales vivía una tía y seis hijos hombres y una mujer. Sería el 67 o 68 más o menos y en la calle Silvestre Faya de la colonia Ampliación Los Ángeles había un gran terreno donde jugábamos como diez niños al bélit y a los ‘terronazos’, ya que la tierra era pródiga en sequedad y podíamos levantar grandes pedazos de terrones. Para tal práctica guerrera, hacíamos hoyos tipo trinchera donde nos resguardábamos de los proyectiles y no faltó en una ocasión el vidrio roto de un automóvil que iba pasando con el consabido ‘¡córranle, a escondernos!’. No nos faltaron los juegos que describes… trompo, papalotes (hechos de periódico y carrizo), balero y los carritos de ‘roles’ que eran los baleros en lugar de llantas (aerodinámicos, eh) con un volante de mecate que al moverlo a cualquier lado hacía dar la vuelta para donde uno quisiera,; el motor obviamente éramos nosotros mismos empujando al conductor por la espalda. Bueno, qué tiempos aquellos. Un saludo y gracias por hacer venir los recuerdos de mi niñez”.
Igual, una carta de Paco Valdés Perezgasga: “Me he pasado la vida reciente preguntando a todos mis conocidos sobre las reglas del bélit. Todos se me quedan viendo raro, pues evidentemente les hablo de algo totalmente ignoto para ellos. El bélit se jugaba en Torreón. Nunca lo jugué, pero lo vi jugar en las banquetas del cine Torreón, en Galeana y Abasolo. De lo único que me acuerdo es de tu inciso c); con esta variante: el palo corto tenía forma de huso, gordo en el medio y delgado en los extremos. Para que se elevara con el golpe del palo largo no hacía falta que descansara en el hoyo. Le pegabas en un extremo y salía volando y dando vueltas, ahí lo bateabas en el aire. No era fácil. Pero al batear recuerdo que se gritaba ‘beeeeelit’, quizá ‘shangai’ era la variante duranguense o gomezpalatina, no lo sé. Gracias por recordarme ese juego extraño que pocos conocimos y que nunca jugué. Alguna vez pregunté en un foro internetero. Nadie conocía el bélit pero varios coincidieron en que podría tratarse de algún juego de palos mesoamericano, de los que había muchos”.
Por último, la carta de Gloria Lozano-Castrejón: “Vaya, si gusta, a la dirección electrónica citada arriba, para ver la página 203 del libro 1000 juegos y deportes populares y tradicionales: la tradición jugada, por Pere Lavega Burgués, Salvador Olaso Climent. Al juego le llaman La Picota y al parecer es de España”. Aunque el libro es bueno y aparece casi íntegro en Google Books, el juego al que remite la página 202 no es el bélit.
A todos mis interloctores “belitistas”, un agradecimiento. Chuy Aviña me envió una liga de internet en catalán. Eso aclara todo. Allí está el bélit con este nombre, de donde puedo inferir que fue un juego traído a La Laguna por algún inmigrante español. De todos modos, quedan en la mesa las preguntas: ¿Cómo llegó a nuestra región?; ¿en qué barrios o colonias fue jugado?; ¿cuánto tiempo sobrevivió? y ¿por qué desapareció? En mi respuesta a Aviña, vía mail, le dije: “Fíjate que seguiré con el tema en una próxima columna [o sea, ésta]. Te platico grosso modo; el sábado fui al TSM y mi hermano y yo estábamos con César Tovar, el joven periodista. Mi hermano le preguntó si sabía que era el bélit y César, de apenas 28 años, ignoraba completamente este rollo. Me preguntó: ‘¿Cómo dices que se llama?’. Le respondí: ‘Bélit, como palabra catalana, con 't' dura al final, como Salvat, Serrat, Mundet’. Luego, este domingo recibí la liga que hallaste y mira: ¡es un juego practicado en un pueblo de Cataluña! Ato cabos y sospecho que fue algún español quien lo trajo a La Laguna. Ignoro cuándo y si el juego ya desapareció allá definitivamente. Gracias a tu liga, sin embargo, queda claro que el juego sí existe, pues no faltarán los que piensen que estamos locos, que inventamos. No inventamos, y es claro que en La Laguna le hicimos adaptaciones importantes y lo practicamos con excelente nivel”.
La liga de internet apunta, entre otros detalles, lo siguiente: “En Amposta, la forma de jugar es la siguiente: El material que se necesitaba era una pala parecida a la de ping-pong, y con unas medidas cercanas a los 30x15 cm., Y un bélit, que es un palito de unos 10 ó 12 cm. de largo y con los dos extremos acabados en punta [como los vio Paco Valdés]. Para saber quién empezaba a jugar, se plantaba una pala en el suelo y desde una cierta distancia cada jugador lanzaba el bélit contra la pala. Quien la tocaba, era quien empezaba a lanzar. Este se llamaba ‘rey’. El primer rey dejaba el bélit al suelo y le pegaba un golpe de pala en la punta con el fin de levantar con una trayectoria vertical, y cuando estaba en el punto más alto, le pegaba un golpe de pala muy fuerte con el fin de enviar lo más lejos posible, si mientras el bélit estaba en el aire, el resto de gente lograba cogerlo al vuelo, el rey era eliminado y el empomador pasaba a ser rey”.
Y se acabó mi espacio. Luego sigo con esto, pero ya en el blog. Añadiré imágenes y trataré de fijar las reglas de lo que fue nuestro bélit. Ahí la llevamos sus nostálgicos resucitadores.