miércoles, agosto 16, 2017

Como las ratas













Alguna vez platicaba con un experto en ratas (sin metáfora) y me explicó que esos bichos tienen una capacidad de adaptación digna de cualquier asombro. Tal competencia la muestran en todo momento, por eso son ubicuas y prácticamente indestructibles. Por ejemplo, si no tienen buena comida a la mano, pueden recurrir a papel, a madera y hasta a polímeros, no sé; si una rendija es muy estrecha, son capaces de achiclarse (o sea, convertirse en chicle) para ingresar como si fueran una plasta de pintura en movimiento; si hay que trepar, tienen virtudes escalatorias casi circenses. En suma, son uno de los animales más capacitados por la naturaleza para encarar cualquier desafío y aguantar cualquier adversidad.
Más allá de que a ciertos políticos se les asocie con ellas (en México casi a todos), es evidente que en el PRI se encuentran los ejemplares de mayor capacidad y por ello han llegado a noventa años sin sucumbir pese a que sus resultados son, por decir lo menos, desastrosos. ¿A qué se debe esto? Como en el caso de las ratas, a su poder de adaptación, a que ante ningún reto se quedan a la expectativa, pasivas y en espera del desastre. Nada de eso. El PRI es un partido que se achicla, que como plastilina ha ido reconfigurando su organismo frente a las necesidades que le plantea la realidad por él deteriorada.
Cuando topó, en 2000, contra un muro opositor que parecía indestructible, se adaptó (comió plástico) a “la transición” con Fox y Calderón, y volvió gracias a ellos en 2012, lo que significó una catástrofe de magnitud todavía incuantificable. Ahora, luego del previsible papelón de EPN y su pandilla, es un partido impresentable, con un tercio de la simpatía electoral (su núcleo duro y los despistados que nunca faltan) que sólo necesita dos o tres mutaciones para garantizarse seis años más de poder. Una de ellas ya la “instrumentaron” (este asqueroso verbo me recuerda a las épocas de Miguel de la Madrid) con el cambio de sus estatutos para que un “simpatizante”, casi no se nota quién, pueda ser presidente. Luego vendrán las alianzas con el Partido Verde, los Chuchos y otras rémoras que elevarán aunque sea un piquito el tercio ganador, y tutti contenti.
El caso es adaptarse, como las ratas en estricto sentido, para no sucumbir y seguir haciendo de las suyas como las ratas en este caso con metáfora.