Ya
lo sabemos pero nunca está de más repetirlo: hace rato que pasamos lo malo y
ahora estamos en lo pésimo. Cuando pensábamos que nada podía ser peor que el
sexenio calderonista, ese pasado inmediato en el que los crímenes de lesa
humanidad fueron política de gobierno, ahora vemos que todo desastre tiene
posibilidades de empeoramiento. Lejos de restañar las incontables heridas que
dejó aquel régimen asesino y todos los demás desde que llegó Hernán Cortés a
Veracruz, el actual parece empeñado en batir marcas, en agrandar su mendacidad
y terminar convertido en lacra histórica.
Cada
semana acumula tantos agravios que por lo cotidiano ya casi ni gravitan en el
ánimo de la opinión pública. Nos hemos acostumbrado hoy y mañana y todos los
días a convivir con información que ni en el caso de la prensa más entreguista alcanza
para cubrir la desnudez del aparato de la corrupción institucionalizada. Todas
las mañanas, antes de que salga el sol que en teoría debe renovarnos la
esperanza, despertamos con una pregunta que infaliblemente obtiene respuesta:
¿ahora quién nos dio un llegue? Sin falta acude luego la noticia: José Murat el
de Oaxaca o cualquier José Murat con otro nombre es pillado con las manos en la
casa. Y si no es en la casa, es en el penthouse gringo o en las inversiones en
dólares o en el tráfico de influencias o en el peculado o en la asociación
delictuosa. El saqueo, pues, es diario y es infinito, pero como no se traduce
en movilizaciones de alto impacto (un paro nacional, por ejemplo) todo concluye
en memes sumarios.
Además
de la balconeada inmobiliaria al ex góber oaxaqueño, esta semana nos reportó
una noticia que en teoría debió provocar un horror similar al provocado por un
ingreso al castillo de Drácula, pero que, al contrario, pasará como anécdota a
los anales del enmierdamiento nacional. Me refiero, claro, a las transferencias
de dólares que muchos patriotas de México colocaron en cuentas norteamericanas.
La cifra es diabólica sobre todo porque significa un incremento de 35.5 por
ciento con respecto de la que había en 2012: 54 mil 550 millones de dólares.
Con los ahorritos en dólares ahora las cuentas de mexicanos en EU alcanzan los
73 mil 927 millones, es decir, en lo que va de este justiciero sexenio las
transferencias han sido de 19 mil 377 millones.
Pero
no pasa nada. Esto y todo lo demás queda resuelto con un verbo imperativo:
supérenlo.