sábado, febrero 08, 2014

Manualito De la Borbolla


















De poco sirven las recetas si quien las lee y las pone en práctica carece de talento y sensibilidad para la cocina, si no tiene intuición para saber lo que significa un aroma, una probadita a mitad de la cocción o una pizca de pimienta salvadora. Igual, si alguien que desea escribir usa un manual y carece de lo mismo, es muy difícil que el platillo de palabras quede a pedir de ojo. Los manuales literarios (puedo decir que los manuales de todo) no son la salvación para quien no tiene salvación, así que debemos usarlos sólo cuando en efecto tenemos la esperanza de sacarles un provecho, cuando de veras sentimos el llamado, así sea tenue, de una vocación o al menos de un genuino interés por aprender.
Luego entonces, el Manual de creación literaria (Nueva Imagen, 2002) de Óscar de la Borbolla (México, 1955) puede ser tan útil como desalentador. A quienes realmente ven entre sus potencialidades algún latido expresivo de carácter literario puede socorrerlos en grata y profunda medida; a quienes se sientan lejos de este negocio, en cambio, puede persuadirlos definitivamente de que no intenten ni el apresurado fritangueo de unas palabras.
Pensemos, sin embargo, que el libro (o este modesto comentario) caen en las ansiosas manos de un joven aspirante a escritor. No dudo ni tantito que le será de tremenda utilidad, ya que en sencillos capítulos De la Borbolla despeja el camino para llegar al buen relato, sea cuento o sea novela. Creo que el título pudo ser Manual de creación “narrativa” (las comillas son sólo un énfasis), pues el autor se detiene básicamente en examinar los vericuetos de la creación de historias en prosa, no tanto, o nada más bien, en explorar, por ejemplo, las estrategias de la poesía o el teatro.
Pero más allá de esa minucia y más acá del contenido, el manualito de De la Borbolla es un ilustrativo paseo, ameno y ágil, además, por aquello que puede servir a un principiante que apetezca construir historias con tramas adecuadas, personajes creíbles, estructura firme, humor, verosimilitud, fina ambigüedad y, en suma, todo aquello que hechiza a los lectores cuando encaran cuentos y novelas convincentes, de esos que nos agarran de la solapa y por una “extraña” razón no nos dejan escapar.
Entrecomillé adrede el adjetivo “extraña” porque esa razón no lo es, o al menos no lo es tanto como creemos. La capacidad persuasiva de una buena historia tiene sus bases, y esas bases han sido escrupulosamente escudriñadas por teóricos de todos los pelajes, quienes aquí y allá han explicado, en muchísimas ocasiones con una jerga cifrada, para iniciados, llena pues de sememas y metadiégesis, cómo funcionan los relatos.
Óscar de la Borbolla, fiel como siempre a su deseo de ser entendible sin dejar de ser incisivo, y fiel también a su propia práctica como narrador, nos trae digerido, para que lo entendamos sin lágrimas, un mapa que orienta en los entreverados caminos de la creación narrativa. Muchos ejemplos de su producción, siempre oportunos, hacen de este manualito un taller literario ambulante al que podemos asistir cuando nos dé la gana. Todo es cuestión de buscarlo y volver cuando queramos cada una de sus esclarecedoras páginas.