lunes, mayo 21, 2012

Cien días de chamba



Vicente Alfonso, escritor y periodista lagunero, me entrevistó para nutrir hoy su columna "El Síndrome de Esquilo" publicada en El Siglo de Torreón. He aquí sus preguntas y mis respuestas. El plano que complementa este post ilustra lo que digo un poco más abajo: el centro histórico de la ciudad tiene por suerte muchos centros culturales; el Oriente, hacia donde ha crecido Torreón, como lo marco en el polígono rojo, no tiene infraestructura cultural. Las marcas verdes corresponden a espacios universitarios privados importantes (la UIA y el Itesm) y el cuadro anaranjado a la UAdeC. El triángulo amarillo grande es el lugar en el que yo propondría establecer, por su equidistancia de muchas colonias populares, el primer centro de iniciación de las artes del Oriente de Torreón.

¿Cómo evaluarías, en tres líneas, estos primeros cien días de trabajo como Director de Cultura de Torreón?
Ha sido una experiencia dura y enriquecedora al mismo tiempo. Al llegar a la DMC noté que había una gran inquietud por conversar de parte de la comunidad cultural local. Muchos querían plantear proyectos y solicitar apoyos, y algunos cuantos, también, compartir su trabajo de manera solidaria. Me di poco más de un mes para recibirlos, para no dejar a nadie fuera del diálogo (creo que en la oficina platiqué con más de cien personas durante ese primer mes). A la par configuré mi proyecto, vi que en general, como siempre, el presupuesto es limitado en relación con el tamaño de la ciudad y con las solicitudes de la comunidad artística, pero también vi que se podía hacer algo importante y novedoso: seguir con los llamados “eventos”, las presentaciones, las exposiciones, todo eso, pero al mismo tiempo comenzar, apenas comenzar, con lo que considero la idea clave de mi paso por la DMC: jalar hacia el Oriente. Forzado por su geografía, dado que no puede crecer hacia la sierra de las Noas ni hacia el lado de Durango, nuestra ciudad ha crecido espectacularmente hacia el nor, centro y suroriente. Allá está ahora, mayoritariamente, la vivienda, la industria y el comercio de la ciudad, pero a esto no se le ha aparejado infraestructura cultural. Mi idea es ésta: poner en la agenda de las políticas públicas culturales de Torreón la urgencia de llevar cultura hacia el Oriente, de considerar que en diez o más años debe haber, sin falta, centros culturales equivalente, o más grandes si es posible, a los que ya tenemos por suerte en el centro histórico. Por lo pronto, apelé a la inquietud de varios maestros que ya están dando clases de arte en espacios prestados del Oriente. Es un primer paso y ojalá las administraciones culturales vendieras puedan darle seguimiento.

¿Ha cambiado tu visión de la ciudad?
El cargo en la DMC me obligó a pensar de otra manera. Cuando uno está fuera piensa que todo es más sencillo. Al llegar aquí noté que la ciudad es muy grande, que sus problemas son muchos y que mientras construimos algo debemos luchar para abatir inercias. Una de ellas, por ejemplo, es la que establece que la cultura siempre debe operar con tajadas muy pequeñas del pastel presupuestal. Y sí, de la noche a la mañana la ciudad creció en mi interior.

¿Ha cambiado tu visión del círculo de creadores de Torreón?
No tanto. Hay mucha inquietud y mucho talento, pero eso ya lo conocía, y conocía también a los creadores, promotores e intérpretes de la ciudad. Hay detalles, sin embargo, que me parecen peculiares, dignos de ser tomados en cuenta si elaboramos un estudio sobre el comportamiento cultural en la ciudad. De hecho, a lo largo de mi función en la DMC he ido tomando notas sobre la cultura local, pues sobre tal tema pienso escribir un ensayo amplio cuando termine mi responsabilidad en este espacio. Tenemos muchísimos talentos, insisto, pero también hay lastres, inercias, entendimientos tácitos muy extraños.

¿Cómo crees que influye tu labor como creador en tu labor como Director de Cultura?
No las mezclo. En todo caso, saberme escritor y haberlo demostrado aunque sea con malos libros es útil para saber que con o sin instituciones, con o sin apoyos, con o sin lo que sea, la vocación artística, cuando es genuina y poderosa, aflora. El arte es misterioso, tanto que puede nacer hasta en el desierto.

¿Cuál es el papel de la cultura en la vida de Torreón en 2012?
Si comparamos el papel actual al que tenía hace treinta años, creo que hemos avanzado. La retórica política ya desgastada dice siempre esto: “Falta mucho por hacer”. Es una obviedad. Mientras haya injusticia, mientras haya inequidad, mientras haya dolor, faltará mucho por hacer. Y bueno, no hay que repetir tanto esa frase: hay que materializarla en actos aunque sea modestos, pero actos al fin. Hay que hablar menos y hacer más.