jueves, octubre 13, 2011

Nosotros no somos todos



Comparto un texto de mi amiga Giselle Aronson. Creo que expresa muy bien lo que encierra, para uno como privilegiado más o menos conciente, el proyecto político y social que muchos alentamos en nuestro país.

Vos, yo y esos otros

Giselle Aronson

Yo tuve suerte. La gran suerte de haber nacido en una familia en la que no hacía falta nada. Un hogar con casa propia, alimento suficiente, ropa adecuada, la posibilidad de educación que yo deseara, acceso a entretenimientos, manifestaciones culturales, arte. Mi papá tenía una profesión, mi mamá tuvo la suya de adulta. Mis hermanos y yo elegimos y nos formamos en lo que quisimos. Vacaciones, club, paseos, juguetes. Y tiempo para que cada miembro de la familia pudiera disfrutar del amor mutuo.
Yo seguí teniendo suerte porque, no solamente pude educarme y desarrollarme sino que también, toda esa educación me permitió el acceso a oportunidades. Oportunidades de buscar recursos, lugares, personas, contactos, referencias para conseguir trabajo. Y, una vez trabajando, oportunidades para seguir desarrollándome, creciendo y madurando profesionalmente. Oportunidades para crecer, también económicamente (por más mínimo que sea ese crecimiento), también gracias a las posibilidades que la educación me brindó, para saber dónde, cómo, cuándo. Discernimiento y claridad.
Vos también tuviste suerte. Porque también naciste en una familia que te dio esas posibilidades, quizás en mayor o menor medida, pero las tuviste. Si ahora estás leyendo esto en una computadora es porque tuviste la oportunidad de ser educado en un hogar con las necesidades básicas satisfechas.
Vos y yo, hoy, tenemos una casa. Supongamos que propia. Esa casa donde vivimos la tenemos porque alguno de nuestros abuelos o padres o suegros o tíos nos la cedieron, o nos ayudaron a pagarla, o nos ayudaron a arreglarla o la heredamos. La mayoría de nosotros tuvo acceso a una vivienda por estas posibilidades. Creo que la generación de nuestros padres fue la última que pudo pagar una casa como resultado de su propio trabajo, sin ayuda de la familia. Y no sé, no sé si no fue la de nuestros abuelos, la última generación en eso.
Supongamos que no es tu casa y alquilás. Entonces, trabajás. Volvemos a lo mismo, tuviste la posibilidad de educación que permitió que te formaras en lo que sea que te formaste y adquirieras las herramientas que te permitan acceder a una oportunidad laboral. La que sea.
Vos y yo tuvimos la suerte de nacer en esas familias. Porque fue suerte. Porque no hicimos nada para merecer nacer en esa familia y no en otra. Porque el azar podría haber hecho que vos y yo naciéramos en el seno de otro hogar.
Vos y yo, por ejemplo, por pura casualidad, podríamos haber nacido en una familia en un barrio carenciado. Sin comida, sin gas, sin agua, sin luz, sin ninguna posibilidad de ir a una escuela. Sin ingresos suficientes o sin ingresos. Sin trabajo. Sin abuelos, padres, suegros, tíos que nos hereden, cedan, ayuden a pagar o construir o arreglar una casa. Supongamos que en esa realidad crecimos y ya grandes, adolescentes, adultos, no supimos cómo se hace, dónde se va, cuándo corresponde buscar las posibilidades. No supimos discernir, no tuvimos claridad para buscar y encontrar una buena, básica, mínima posibilidad de un trabajo que nos ayude a crecer, laboral y económicamente, por más mínimo que sea ese crecimiento.
Ahora que hiciste ese ejercicio de imaginación pensá que no solamente por azar naciste en el hogar donde naciste sino que nada, NADA impide que, por una vuelta del destino, mañana vos, yo, podamos estar cerca de ese lugar. Porque nadie tiene comprada la buenaventura.
Vos y yo no hicimos nada para nacer en una familia con posibilidades, no tuvimos eso por merecerlo, lo tuvimos por puro azar.
Si hubiéramos formado parte de la otra realidad, la de las carencias, seguramente habríamos querido una mano de alguien, sobre todo si ese alguien es el estado que, mientras resuelve las dificultades de trabajo, salud, vivienda, educación, etc., te tira una ayuda mínima, un ínfimo respiro para paliar algo mientras ves cómo hacés para salir de pobre. Para que no sea TODO lo que te falte, sino que al menos puedas tener ALGO, que nunca va a ser todo, pero va a ser algo.
Si vos creés que por romperte el alma trabajando te merecés más, está bien. Si vos creés que se fomenta la vagancia a través de los subsidios que da el estado y te sentís en inferioridad de condiciones por eso, dejá tu trabajo, cobrá tus subsidios correspondientes y fijate si te sirve.
Vos y yo somos lo que somos y estamos donde estamos por la posibilidad que tuvimos.
Vos y yo no somos todos. Al lado tuyo, en la vida, hay muchos que no tuvieron posibilidad.
Vos y yo pudimos ser esos otros. Vos y yo podemos serlo, mañana.