sábado, diciembre 18, 2010

La RAE dice:



Ahora que los medios de comunicación ponen todas las noticias en todos lados y en un abrir y cerrar de tuiter, muchos comentarios me llegaron acerca de los cambios propuestos hace algunas semanas por la Real Academia Española. Quienes me acercaban su opinión mostraban, creo, una mezcla de curiosidad y desconcierto, como si no entendieran bien de qué se trata ese rollo, por qué una institución que suena a autoridad (Real-A-ca-de-mia-Es-pa-ño-la) se fijaba en aparentes minucias.
Mi respuesta en todos los casos fue amable, como distante de la nota que a tantos alarmaba-intrigaba. Forzada mi opinión, confesé que debemos estar atentos a las observaciones de la RAE, pero sin considerar que sus disposiciones son como la nueva ley de tránsito, que entra en funciones tal día y quien no la acate se gana una multa o algo parecido.
De hecho, las propuestas me parecían necias en dos o tres casos, pues iban en contra de costumbres ya plenamente socializadas. En otras palabras, contradecían el espíritu del uso y forzaban empleos artificiosos. Entre otros, veamos qué cambios dijeron que iban introducir hace poco más de un mes:
1) La “i griega” se llamaría “ye”, la “b” se denominará “be” simplemente y no “be alta” o “be larga”, “u ve” para la “v” y ya no “ve baja”. Mientras que la “w” se llamará “doble uve”.
2) La RAE en sus últimas ediciones “formalmente” reducirá el número de las letras del alfabeto, ahora serán 27, porque eliminó la “ch” y la “ll”, a pesar que estas en 1999 fueron consideradas dígrafos (signos ortográficos de dos letras).
3) La nueva Ortografía de la RAE dispuso también que palabras como “guión”, “huí”, “Sión”, “truhán”, “fié” son “monosílabas a efectos ortográficos” por lo cual se tendrá que escribir: guion, Sion, truhan, fie, hui.
4) Antes la conjunción “ó” (con tilde entre números) se utilizaba para diferenciarla del cero y evitar una confusión; ahora la RAE consideró que “con las nuevas tecnologías y el uso de la computadora es poco probable que ocurra una confusión de este tipo” y por tanto propone eliminar la tilde.
En qué quedó esto:
1) Sobre los nuevos nombres de ciertas letras señala que esto “no implica interferencia en la libertad que tiene cada hablante o cada país de seguir aplicando a las letras los términos que venía usando, algunos de ellos (como la “i griega”) con larga tradición de siglos”.
2) Se suprimen la “ch” y “ll” como letras del alfabeto. Otras nuevas reglas, empero, sí se deberán aplicar a partir de ahora, como escribir sin tilde “guion” y “truhan”, ya que en el caso de las palabras con diptongo cuya pronunciación también pueda ser la de un hiato, la nueva ortografía establece que prevalece la primera y, por lo tanto, no se acentúa.
3) Adiós pues a la tilde en la “ó” cuando va entre números.
4) Los hispanoparlantes ya no deberán escribir con mayúscula inicial las fórmulas de tratamiento y los sustantivos que designan títulos y cargos, y poner sencillamente “majestad”, “el rey” o “el papa”. La ortografía de personajes de ficción como “Caperucita Roja” o “la Ratita Presumida”, sin embargo, seguirá siendo la misma.
5) Por otra parte, el adverbio “solo” podrá ser escrito a partir de ahora con o sin acento gráfico, al igual que los pronombres demostrativos (este, ese y aquel).
Ya así no queda tan mal, creo. Cambiar el nombre de las letras era contradecir el uso arraigadísimo: yo digo “u ve” a la “v” y “be” a la “b”; “i griega” a la “y” y “elle” a la “ll”. Me parece debatible omitir como letras los dígrafos “ch” y “ll”, pero bueno. Está bien quitar la tilde a los monosílabos inconfundibles (que no requieran diacrítico) guion, truhan, Sion y demás. Ah caray: ¿la tilde de la conjunción “ó” entre números no estaba eliminada desde hace mucho? Excelente que los títulos (rey, papa, majestad, presidente y otros) llevan minúscula (ojo a quienes les encanta elevarse la estatura con el uso de Ingeniero, Licenciado, etcétera, en vez de ingeniero, licenciado…). Si me dan a escoger, sólo usaré “sólo” con tilde cuando sea adverbio equivalente a “solamente”, como toda la vida, y a mis pronombres demostrativos que nadie me los toque; los usaré entonces igual, también como siempre.