jueves, noviembre 25, 2010

De la Máquina y los demás



Esta entrega divagará por los cuatro equipos que quedan vivos en el apertura 2010 y uno que ya fue despachado, el Cruz Azul. Disculparán la frivolidad, pero siempre he considerado que para todo hay tiempo, incluso para echarle un morboso ojo al TVyNovelas en la peluquería. En fin. Primero lo primero: mis cuatro o cinco interlocutores de futbol tienen trece años riendo de este servidor por culpa de mi afición al Cruz Azul. No los cuestiono, más bien les doy la razón y hasta les digo que ya no me duelen sus carcajadas. El sábado pasado reincidieron en cagotearme y esta vez, no miento, volví a sentirme un poco mal, como antaño. Édgar Salinas, por ejemplo, me compartió un chiste que circuló en la red: “¿Por qué los alcohólicos anónimos felicitaron a Cruz Azul? Porque los Cementeros tienen trece años sin levantar una copa”. No pude negarle que es muy bueno, además de verdadero.
El caso es que para los cuarentones/cincuentones que fuimos niños en la cada vez más borrosa era del tricampeonato cementero es una pena ver lo que pasa con el equipo de nuestras niñeces. Años van y vienen y ya nos estamos convirtiendo en los Saraperos de Saltillo del futbol: los “ya merito” (aunque es justo reconocer que los Saraperos por fin se sacudieron la malaria en beis). A Cruz Azul le hace falta un cambio radical de directiva. Creo que Guillermo Álvarez es el presidente de los azules desde el Medievo, así que ya llegó la hora de expropiarle el feudo. Es evidente que allí hace falta un relevo generacional tan profundo como el que han aplicado muchos equipos mexicanos (uno de ellos, acaso el más destacado últimamente, el del Santos, pues los buenos resultados del club lagunero se deben al trabajo de su nueva directiva, un grupo de jóvenes que ha sabido maniobrar a tiempo para que el equipo no decaiga). Cruz Azul demanda eso desde hace lustros: que sean otras personas, jóvenes sobre todo, las que ocupen los cargos directivos y diseñen un plan de choque contra la mediocridad y el arrugamiento a la hora buena.
Y ya que hablé de los nuestros, qué decir; sólo esto: para desplumar a los amarillos es necesario más futbol que el exhibido contra Jaguares el domingo pasado. Sigo creyendo que en la alineación original deben estar Estrada, Ludueña y Peralta (no Quintero). Sabemos que Estrada está fuera por lesión, pero es un hecho que el equipo mejora adelante con el atrabancado pero eficaz campirano lagunero. Cuando Peralta está de inicio se siente un poco más de verticalidad y quedan al margen los arabescos sin veneno del errático Darwin. El caso de Ludueña es ejemplar de lo que yo puedo llamar pereza creativa; jugador de contentillo, es el más dotado de técnica pero no ha querido soltarse, mostrar otra vez que puede comandar el ataque y repartir balones a la Zinedine. Esta es su oportunidad, se le presenta el escenario para borrar una temporada gris y regresar a lo que los aficionados ya le vimos alguna vez: un futbol que nadie más en México tiene en los botines.
El América llega muy emparejado con los laguneros. Confieso que he visto poco al equipo de Televisa y de oídas sé que hoy juega más o menos y mañana mal. Esperemos que ni hoy en la ida ni el domingo en la vuelta salga bien lubricado, que en general se contamine por el raro virus del Vuoso bipolar.
En el otro juego también veo equidad de fuerza, aunque por los hechos es admisible pensar que Monterrey se ha comportado mejor y tiene una leve ventaja. Por sus goles es claro que se trata del equipo con mejor desempeño de conjunto, y que si sale enganchado puede reiterar su campeonato de hace poco. Lo malo, o lo bueno, pues en este caso tuerzo por los Pumas, es la motivación con la que llegan los universitarios. Haber liquidado a Cruz Azul como lo hicieron les ha levantado la autoestima y seguramente están pensando lo obvio: si ya se echaron en un taco al líder de la tabla general, no hay razón para no colocar en la tortilla, también, un cabrito sublíder.
Y ya no pronostico nada, pues para adivinar resultados ando más falible que Quintero frente al arco.
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Nota del editor: la foto que condimenta este post la tomé yo el domingo pasado en el TSM. Usé la Samsung que me regaló mi hermano Luis Rogelio, a quien le agradezco el detalle. Creo que la imagen, por esa espectacular luna llena, no es mala y hasta merece un título: "El portero del destino", esto como paráfrasis y homenaje a "El fílder del destino", el bello y justamente famoso cuadro de don Abel Quezada.