viernes, julio 10, 2009

Cínica demora



Es muy delicado lo que está pasando con la secuela del siniestro en Hermosillo. Dije ayer que parece una sinécdoque (la parte por el todo) de lo que es México, y no me desdigo. La tardía y enredada y tal vez rasurada aparición de la famosa lista tiene flecos comprometedores para dar y repartir. No por otra razón afirmé hace dos semanas que el tema de la guardería estaba más allá de lo trágico, casi como si ese hecho fuera una carta con el estado de salud de la República. Lo más fácil, sin embargo, es caer en abstracciones que nos alejan del punto medular: 48 niños murieron horriblemente debido al desinterés de quienes en teoría los iban a cuidar, y de eso no se ha desprendido ningún castigo ejemplar para nadie.
Si mi opinión sirve de algo, soy de los que sostienen que hay áreas de la vida social en las que el Estado debe intervenir no sólo con laxas fiscalizaciones que por otro lado, lo sabemos, se prestan a cualquier cantidad de enjuagues. Así como el Estado se apropia del uso de la violencia para, al menos en un plano hipotético, imponer el orden, igual debe intervenir en el caso de la salud de los niños de los trabajadores. Ese servicio no puede ser transferido a otros sin riesgo, a menos de que haya una rigurosa, fría y frecuente observación de políticas y lineamientos. En otro terreno, es el mismo peligro que supondría la subrogación de cárceles, por imaginar un espacio igual de comprometedor.
Hay una aceptación tácita de la importancia que tienen las guarderías y su relación con el incendio en la cínica demora que se dio para que compareciera Daniel Karam, director del IMSS. En política, lo que parece casi siempre es. En otros términos, la posposición de esa audiencia pública se debió al uso electoral que podía darse de las listas. La granizada de votos contra el PAN, sin duda, habría sido mayor si salen a la luz los datos del negocio que es la subrogación de guarderías. Asistimos, entonces, a un momento aterrador de nuestra historia política antigua o reciente: 48 criaturas pagan con su vida, y otras más con su futuro, y el acontecimiento pasa de ser asunto judicial a electoral. Sólo en México se puede dar tamaña dislocación de la lógica.
A lo afirmado por José Ángel Cordova, secretario de Salud, respecto a que lo importante es que las guarderías funcionen bien sin importar quiénes son sus responsables, se puede contestar que en este caso el buen funcionamiento de esos espacios depende de la formación, el origen, la capacidad y hasta el talante humano de los concesionarios. Aquí, el dinero para ganar licitaciones no lo es todo, o al menos no debe ser el requisito de mayor peso. Si así fuera, cualquiera que tenga recursos y le quiera entrar al negocio podría hacerse no de una, sino de tantas guarderías como quisiera. Como al final ofrecerán un servicio a niños de muy breve edad, trabajo de suyo especializado, es esencial la calidad humana de quienes recibirán una guardería subrogada. Lo contrario, que es precisamente lo que se está haciendo, es meter en la tómbola a parientes, compadres y amigos que en muchos casos pudieran operar con total o mediana responsabilidad, y en otros, como en la guardería ABC, con el salvajismo sin nombre que implica hacer de cierto bodegón una presunta estancia para niños.
Estamos ya a poco más de un mes del percance. No debemos perder de vista que hasta en eso hay un mensaje, que todo comunica. La tragedia dejó al descubierto una cloaca de intereses y complicidades, y fue usada hasta el último momento como instrumento electoral. Esto significa, en una palabra, que las instituciones no están pensando en la salud, en la educación ni en la justicia, sino en sus beneficios coyunturales y en la preservación de privilegios. Ignoro si pueda haber afrenta peor para un país.