sábado, junio 20, 2009

Bunge estuvo aquí



Siempre he tenido la impresión de que los laguneros no sabemos apreciar lo que tenemos y, menos todavía, lo que esporádicamente nos llega de fuera. Doy un ejemplo; hace dos años, en mayo de 2007 si mi memoria no cascabelea, vino a Torreón, traído por la UAdeC, el doctor Mario Bunge. La invitación se la hizo el doctor Roberto Tuda Rivas, de la Facultad de Economía. Ignoro por qué razón no había un auditorio lleno a tronar para ver y oír a Bunge, sino un aula con apenas quince personas que, me cuento, lo atendimos deslumbrados. Puedo presumir, no me apena, que me tomé una foto con él, que es un intelectual de peso apabullantemente completo.
Lo mismo o algo similar pasó en noviembre de 2007, cuando vino el poeta Juan Gelman. Los alcaldes laguneros no fueran a recibir a esa eminencia, lástima, y se perdieron así el privilegio de codearse con quien poco después sería reconocido con el premio Cervantes. En otro momento contaré la anécdota sobre el libro que me envió.
Vienen muy de vez en vez esos tipazos y nos pasan de noche, así que cuando encuentro comentarios como el que citaré, no puedo no pensar que andamos muy lejos del aprecio por lo verdaderamente valioso. Cito algunos párrafos de la reseña “La fuerza de Mario Bunge” publicada recién (13, junio, 09) en el suplemento cultural Babelia del El País de España; su autor es Jesús Mosterín, quien se refiere al libro Filosofía política: Solidaridad, cooperación y democracia integral (Gedisa, 2009): “Mario Bunge, que en septiembre cumple 90 años, es el filósofo hispano (en sentido amplio) más importante de su generación. Nacido en Argentina, se doctoró con el físico austriaco Guido Beck, aunque pronto dejó la física por la filosofía. Después de sonados encontronazos con peronistas y militares, en 1963 tuvo que abandonar Argentina. Tras una estancia en Estados Unidos y en Alemania, se estableció definitivamente en Canadá, en Montreal, en cuya Universidad McGill él y Marta, su mujer, obtuvieron sendas cátedras de filosofía y matemáticas. Trabajador infatigable, todavía no ha reducido su pasmoso ritmo de producción. Su ingente obra está destinada a promover una visión sistémica y materialista del mundo. Todavía su penúltimo libro, A la caza de la realidad (Gedisa, 2006), constituye una vigorosa y penetrante defensa del realismo materialista, entendiendo por materia lo mutable o cambiante, por contraposición a la inmutabilidad de las ficciones y de los constructos abstractos de la matemática. (…) La obra está dedicada a su padre, médico, parlamentario e impulsor de la justicia social en Argentina, que transmitió sus ideales progresistas al joven Bunge, cuya primera empresa consistió en fundar una Universidad obrera. Cuando ya estaba en Canadá, durante la dictadura del general Onganía, sus obras fueron quemadas en el patio de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, junto a las de Marx. Cuando en 1982 los militares argentinos invadieron las islas Malvinas, y muchos intelectuales blandengues, como el mismo Ernesto Sabato, se dejaron llevar por un patrioterismo irracional a apoyar la acción de la dictadura, los realmente lúcidos, como Borges y Bunge, mostraron su completo desacuerdo. (…) En el prólogo leemos que ‘la mayoría de los filósofos políticos han sido inanes, por haberse limitado a comentar ideas políticas de otros’. Este reproche nadie se lo haría a Bunge, que no tiene pelos en la lengua y es lo contrario de un escolástico: es un auténtico surtidor de ideas originales, iluminadoras a veces y otras insuficientemente digeridas y precisadas. El matiz no es lo suyo y con frecuencia se lo ha comparado al elefante en la cristalería, pero hay que reconocer que se trata de un elefante filosófico magnífico, lleno de fuerza y empuje intelectual”. Y pensar que Bunge estuvo en Torreón. Tal vez sea el hombre más lúcido que ha pisado estas tierras y ni cuenta nos dimos.
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Nota del editor: en la imagen, Roberto Tuda con Mario Bunge en la UAdeC-Torreón. La foto es mía.