miércoles, abril 15, 2009

Zermeño Vs. Burger King



¿Ha visto el lector la competencia de Televisa y TV Azteca para “posicionar” (este verbo es muy apreciado por los publicistas) la grotesca lucha libre gringa? ¿Ha visto los aracles, la parafernalia, ese teatro absurdo que llega a extremos tan mameyes que resulta insoportable? Ni en sus peores momentos, es decir, ni en la Triple A, la lucha libre mexicana ha alcanzado esos niveles de pendejez. No quiero decir que la lucha nuestra sea el súmmum de la verosimilitud, pero algo tiene, o ha tenido hasta el momento, que no rebasa ciertos límites de estulticia: los luchadores mexicanos se han especializado en lances acrobáticos, en una elasticidad circense que muy poco tiene que ver con los golpes de borracho que se atizan en la lucha yanqui. He allí la diferencia, lo que justifica, creo que con justicia, que la lucha libre mexicana sea la mejor del mundo, dicho esto con una pertinente sonrisilla escéptica.
Tan buena ha sido la lucha mexicana que prácticamente no hay punto de la república donde en arenas bien montadas o en jonucos a medio edificar haya funciones por lo menos una vez a la semana. La Laguna, por cierto, cuanta al menos con diez escenarios, aunque algunos sean tan pequeños y barriales que casi parecen clandestinos; hay uno, por ejemplo, en las cercanías del aeropuerto que parece coso medieval, de tablas y con un ring tan cercano al público que la fanaticada casi puede palpar a los luchadores.
Comento lo anterior a propósito de las noticias desatadas por la reacción de México ante la campaña publicitaria de Burger King en España y Gran Bretaña. Como bien los sabemos, “La cadena comenzó en los últimos días a promover en España una nueva hamburguesa denominada ‘Texican Whopper’, mediante un cartel en los que aparecen un vaquero alto junto a un hombre bajito y robusto disfrazado de luchador con una máscara y un traje con la bandera mexicana, lo cual provocó críticas de la embajada de México en la nación ibérica y la solicitud de retirar la publicidad”. La nota de El Universal añade que “En los carteles el luchador lleva puesto un poncho con los colores y el escudo de la bandera mexicana, mientras que en el anuncio televisivo sólo lleva los colores del símbolo patrio en el traje, la capa y la máscara. Bajo el lema ‘Unidos por el destino’, el uso del vaquero texano y el luchador mexicano buscaba representar la mezcla de sabores del producto”.
Ante tales disparates publicitarios (¿cómo es posible que alguien invente una palabra como “texican”?; esa sola creatura lingüística amerita cárcel), la embajada de México en España hizo declaraciones fuertes por medio de nuestro hombre en Madrid, Jorge Zermeño: “denigra a nuestros símbolos patrios y utiliza indebidamente la imagen del mexicano con un estereotipo que tampoco debe ser”. Muy bien, pero en la misma crítica a los publicistas de Burger King el ex alcalde de Torreón se aventó un apunte luchístico-antropológico que merece un mínimo comento: “es un estereotipo que siempre nos ponen, que no se vale ni corresponde a lo que somos”.
¿Cómo? ¿Nosotros sí podemos imaginar/estereotipar a los chinos con su gorrito cónico, o a los brasileños con sus sombreros frutales, o a los españoles con su boina vasca y sus brazos peludotes pero en otro lado nadie puede estereotiparnos como quiera? Creo que la crítica por lo de la bandera no anda errada, pero decir que a los mexicanos no nos representa (de algún modo) el luchador chaparro es ignorar que nuestro país es un hervidero de luchadores chaparros. Basta investigar un poco en Torreón para darnos una idea sobre los numerosos “gladiadores” que se ganan un peso extra en el subempleo de la lucha libre. En pocas palabras, yo boicotearía a Burger King por el uso de la bandera, no por el estereotipo del luchador. Sólo levantaría el boicot si anuncia que un día repartirá hamburguesas gratis en todo México. Sí, y que sirvan una que se llame “Desagravio tricolor Whopper”.
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Nota del editor: en la foto, El Tacle, luchador lagunero. La imagen fue tomada de la web de la Arena Olímpico Laguna.