domingo, marzo 15, 2009

Vuelo de gaviotas



Todo arte es, en esencia, político. Sea o no explícita, la política palpita en el interior de la obra artística, sea como compromiso solidario, sea como acto demoledor, sea como intento revolucionario de la pura forma, sea como evasión. Hay, pues, detrás de toda creatura con aspiración estética una postura que no sin esquematismo puede ubicarse como acomodada al establishment u opuesta a él. Dentro de esos extremos caben muchos matices, por supuesto, pero en general se puede afirmar que todo arte, lo quiera o no, es político en el sentido de que avala o contradice un estado de la realidad.
El grupo La Gaviota, dirigido por Gerardo Moscoso y Esteban Osorio, ha hecho conciente su rol de catalizador en el contexto teatral coahuilense, particularmente en el lagunero. Sus propuestas han sido deliberada, abierta, frontalmente planteadas para zarandear algún fleco de la adormecida conciencia del espectador hoy habituado al entretenimiento por el entretenimiento en sí, a la cultura de la diversión, que es una de las más altas manifestaciones del dominio que sobre la mayoría tienen las empresas diseminadoras de espectáculos “artísticos”. Moscoso y Osorio, armados hasta las muelas con las herramientas propias del teatro como espacio de la crítica, emprendieron hace cinco años la tarea de configurar un grupo que más allá de lo artístico tuviera un plan de acción con descaro —por llamarlo de algún modo— social. Sin renunciar a la calidad artística que per se deben tener las actuaciones y todos los requerimientos técnicos convocados por el teatro, quienes encabezan el grupo La Gaviota se han distinguido además por alentar una combatividad en el discurso que cada vez parece más distante no sólo del teatro, sino de todas las artes hoy más bien acostumbradas a urdir involuntaria política desde el flanco de la reacción o de la evasión desactivadora de todo impulso crítico.
En su autodefinición (http://www.teatrolagaviota.com.mx/), el Grupo Coahuilense de Teatro La Gaviota A.C. plantea que esta compañía “está conformada por estudiantes y trabajadores de San Pedro de Las Colonias, Fco. I. Madero y Torreón, Coahuila, para propiciar la inquietud en jóvenes y adultos como futuros espectadores o artistas potenciales. Intentamos crear espectáculos que además de revelarnos pasiones humanas y traernos noticias de nosotros mismos, sean un espejo de la realidad en la que vivimos (…) Nuestros montajes intentan lograr una experiencia estética y ética del más alto nivel posible”.
Dato curioso consignado en la web de La Gaviota es el que explica el origen de su logo. Hacia 1972, el poeta Rafael Alberti y Gerardo Moscoso coincidieron en el pueblo de Ariccia, próximo a Roma, para ofrecer una serie de recitales que tenían como fin recaudar fondos para las familias de los obreros asesinados por el franquismo en el pueblo de El Ferrol, Galicia. En alguna pausa, el autor de Sobre los ángeles le obsequió a Moscoso el libro Alla pintura (poema del colore e de la linea), en cuya dedicatoria, además de palabras, estampó un dibujo que a mi ver no le pide nada a las geniales espontaneidades de Picasso o de Miró, quienes al margen de su obra pensada como tal, como “obra”, garabatearon una montaña de dibujos que no por ocasionales dejan de ser bellos, tanto como el ave (¿paloma, gaviota?) de Alberti asentada en el libro que le dedicó a Moscoso. Tomada de allí, el ave es ahora el emblema de la compañía, un símbolo bisémico de paz y libertad.
La Gaviota es una compañía con todo lo que ello implica, es decir, un emprendimiento conjunto en el que los elementos ostentan pareja importancia. Osorio y Moscoso han hecho énfasis en la necesidad de infundir al equipo una actitud de respeto al arte escénico en tanto responsabilidad con los compañeros y para el público. Actores y técnicos, por ello, trabajan bajo el acuerdo de que la individualidad importa sólo en función de su armónico engranaje en el conjunto, lo que a su vez deriva en mejores propuestas teatrales para el espectador. La compañía, además de sus dos cabezas, está conformada por Norma Pecina, Henry Serrano, Jazmín Morales, Jorge Rodríguez, Xóchitl Aguilar, Javier Soto, Lesly Cervantes, Gerardo Cervantes, Cinthia Martínez, Azucena Muruaga, Jennifer Flores, J. Antonio Salazar, Nancy Sosa Macías, Pablo Mercado, Carolina Sosa Macías, J, Concepción Cervantes, Graciela Martínez, Gerardo Perales, Alejandro Alvarado y Óscar Caldera.
Para celebrar su quinto aniversario La Gaviota hará lo que tal vez nunca se ha hecho en las tierras otrora bañadas por el Nazas: presentar un repertorio amplio de obras, siete en total. Todo comenzará el martes 17 de marzo, y así los días sucesivos hasta el domingo 22. Las obras del repertorio son Los camaleones, de Óscar Liera y Antes del desayuno, de Eugene O’Neill; El árbol, Los perros y Un hogar sólido de Elena Garro; Ligazón, de Ramón María del Valle Inclán y Antología rota, de León Felipe. El foro para las presentaciones celebratorias será en todos los casos el Teatro Nazas.
El compromiso con el arte y con el juicio de las condiciones de injusticia que campean en el mundo es, en suma, la línea rectora del trabajo de La Gaviota. Pocos estados de la república, pocas regiones, pocas ciudades pueden presumir lo que aquí —con carencias, a contracorriente, no sin grandes dificultades— tenemos. Ojalá que los cinco años de La Gaviota sean apenas el inicio de muchos, de muchísimos más.
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Nota del editor: la imagen que encabeza esta entrada no es un fotograma de Vittorio de Sica; muestra a Gerardo Moscoso en un momento de su niñez torreonense.