sábado, octubre 18, 2008

Tarimas y votantes



El viernes 4 de julio de 2008 publiqué en este espacio un comentario que quiso observar un tono genérico, es decir, aspiró a generalizar el trato que ordinariamente recibe la ciudadanía de parte de la autoridad. De cualquier forma fui, creo, lo suficientemente claro como para advertir a la autoridad de Torreón la ofensa que recibían los vecinos de una colonia que, sin piedad, era/es víctima de una empresa contaminante y peligrosa. Al parecer, y aunque mencioné al alcalde Pérez Hernández, nadie se dio por aludido y el problema de los vecinos continuó como si nada.
Dije en aquella ocasión: “desde muy temprano, una fábrica de tarimas de madera, de las que se usan en la industria pesada para embonar en los montacargas, comienza el ruido de sierras eléctricas, motores y martillos de aire (ignoro cómo se llaman). La fábrica no emite ninguna piedad: trabaja sin parar desde temprano hasta muy entrado el día, tanto que las jornadas se cuelgan hasta las madrugadas del día siguiente. Incesantemente, los martillos, las sierras, los motores de camiones pesados y de montacargas provocan una tortura al medio ambiente que los vecinos de la colonia, quienes hace algunos meses vivían más o menos apaciblemente, debieron aprender a tolerar estoicos, sin llorar. Pero la paciencia tiene límites: el ruido y la contaminación por gases de los numerosos camiones diesel que cargan tarimas y llevan materia prima ha convertido la vía pública en patio de maniobras, lo que implica, además de arbitrarias obstrucciones al paso de vehículos familiares, riesgo de colisiones. Ante eso, la inspección oficial a las medidas de seguridad parecen nulas. Hay un descomunal depósito de madera frente a la fábrica, y sólo sería cuestión de un descuido para que aquello se convierta en un siniestro de impensables proporciones”. Y añadí: “Los vecinos ya han buscado al dueño de la empresa, pero ni sus luces. Han trabado contacto con las autoridades municipales, y al parecer éstas no han movido un dedo para vigilar esa zona habitacional y ver por la seguridad y la tranquilidad de las familias. Antes bien, dan la impresión de proteger al dueño de la fábrica”. Pasados unos meses más de infierno, la infame situación sigue en las mismas.
Paso ahora de lo genérico a lo específico. El caso ocurre en la colonia Nuevo Allende, y quien reporta es un vecino de esa zona habitacional, el fotógrafo e historiador Óscar Sánchez López. Contundente, me indica que la autoridad municipal no ha movido un solo dedo para ver por la tranquilidad de las más de cincuenta familias que firmaron para sumarse a la querella. Antes bien, la inacción oficial parece que ha logrado desactivar, por vía de desaliento, la inquietud de los vecinos, quienes al no ver una reacción mínima de la autoridad han decidido apechugar y seguir tolerando la tortura de contaminación por ruido y humo de motores a diesel que, entre otras molestias, produce la empresa fabricante de tarimas.
El historiador Sánchez López me muestra tres hojas repletas de firmas autógrafas e igual número de “reportes de solicitudes de servicio” con los membretes del ayuntamiento encabezado hoy por Pérez Hernández, lo cual es una constancia fehaciente de que la autoridad sí ha recibido las quejas, pero no obrado en consecuencia. Dice una de las denuncias en la parte señalada como “descripción” (No. de solicitud: 1-194568819): “Reporta a negocio de elaboración de tarimas (…) que hace mucho ruido todos los días, durante todo el día (empieza a partir de las 7 de la mañana a las 12 de la noche), en ocasiones hasta los fines de semana (…) este negocio está en medio de una sector habitacional y causa molestias a los vecinos del sector”. Le pregunto a Óscar Sánchez por los vecinos, por su desistimiento. “Ya se resignaron, saben que la autoridad no hará nada, pero también están concientes de algo: no votar el domingo por el partido del alcalde actual”. Pues sí: un coscorrón lógico.