lunes, mayo 19, 2008

Biografía del artista por el artista



Tenemos muchas en casi cualquier librería, todos los días aparece alguna y no falta que medios como la televisión y el cine (History Channel, por ejemplo) las ofrezcan en incontables oportunidades. Me refiero a las biografías. Abundan, como digo, pero pocas veces reparamos en ellas desde el punto de vista teórico, tanto que las consideramos textos de segundo orden, documentos escritos o filmados porque sí, casi involuntariamente, como si se hicieran solas. Cuando al fin el historiador o el literato se percatan de ellas, es generalmente para verlas un poco por encima del hombro, con cierta indiferencia, como páginas para el populacho que suele divertirse con chismes de vida privada.
Por supuesto, hay de biografías a biografías, como en todo. La escritura biográfica puede ser, sí, el boceto lambiscón, poco serio y más literario que investigativo y veraz, un producto de la imaginación que exalta o demuele sin considerar la búsqueda de testimonios documentales fehacientes. Esa biografía abunda en la historia oficialista y en la farandulera, y se usa sobre todo para deificar (para deshumanizar) bastante mentirosamente a los próceres o, en el caso del mundillo llamado “artístico”, para vender libros con las revelaciones íntimas de la diva o del actorcillo de moda. Hay otras biografías, por supuesto, que no se proponen ni exaltar no demoler gratuitamente, sino informar a detalle, escrupulosamente, la trayectoria de una vida para conocerla, para entenderla, para ponerla como ejemplo sobrio de entrega a una vocación. Su propósito no es escandalizar, sino disponer a los lectores toda la información posible sobre el personaje, de suerte que tras el recorrido por las páginas el lector obtenga el perfil físico y espiritual de un ser humano.
Es esa la razón por la que el trabajo biográfico resulta, más que un juego, un desafío para quien lo emprende. Su compromiso con la verdad debe de ser el más profundo, y su ceñimiento a la documentación disponible debe convertirse asimismo en soporte ineludible de cualquier afirmación. Tal es, estoy seguro, el caso de Arenitas del Nazas. Prócoro Castañeda Casales. Su vida y su obra musical, 1899-1980, trabajo biográfico de Juan Antonio Martínez Morales, quien ha hundido sus manos y sus ojos en la existencia de un músico notable que, como tantos otros artistas sobresalientes de nuestra región, esperó tras su muerte un buen número de años, casi treinta, para recibir el homenaje de una biografía escrupulosa tanto en lo textual como en lo icónico.
Tengo la corazonada de que la escritura de esta índole puede ser más ágil y creíble cuando hay una identificación, aunque sea mínima, entre el biógrafo y el biografiado. Así, un poeta puede ser el mejor biógrafo de un homólogo, como un militar lo puede ser de otro que haya desempeñado el mismo oficio. Esa identificación ayuda sobremanera porque el investigador conoce de antemano los recovecos de la actividad abrazada por su personaje, sabe en dónde puede localizar rasgos interesantes e intuye en cuál renglón debe poner énfasis. De esa forma, un músico profesional puede ser, más que un escritor, quien hurgue con mayor autoridad en la vida y en la obra de un compositor, dado que, como he dicho, hay una serie de sobreentendidos que sólo domina quien está metido de lleno en esa actividad.
Juan Antonio Martínez ha dado en la tecla precisa al escoger en este libro a un compañero de oficio. Alguna vez dije que nuestro periodismo se enriquecería si los músicos, los pintores, los actores, los fotógrafos, escribían artículos y columnas sobre música, pintura, teatro o fotografía, eso en el entendido de que siempre tendrá más autoridad sobre determinado tema quien viva profesionalmente de tal o cual oficio artístico. Hoy, con Arenitas del Nazas, digo lo mismo, pero en relación a los estudios biográficos sobre personajes de la comarca: nuestros artistas podrían encarar la investigación y el conocimiento de los personajes que nos dieron identidad de manera que tras sus investigaciones advirtamos que hemos tenido más, mucho más, de lo que creemos: la fecunda vida de Prócoro Castañeda Casales es digna prueba de que La Laguna ha tenido artistas de primer orden, lo que nos debe enorgullecer y, de paso, afianzar un mayor apego a las actuales tareas vinculadas a la difusión y creación del arte.
Es muy grato para mí observar que, hasta donde sé, la primera biografía que tenemos sobre un músico lagunero es un documento de sumo interés para todos, lo que hace meritorio el apoyo que le dio el gobierno estatal a esta publicación. Felicito a Juan Antonio Martínez por su trabajo, a Prócoro Castañeda Rivas, por brindar los materiales gráficos que complementaron la investigación y, de paso, pues sé que él impulsó este esfuerzo desde un primer momento, a Salvador Hernández Vélez. El arte lagunero sabrá agradecer que vidas como la de Prócoro Castañeda Casales sigan entre nosotros gracias a este libro y gracias también, por supuesto, al disco que complementa inmejorablemente al testimonio escrito.
(Texto leído el miércoles 14 de mayo en el Teatro de Cámara de la UAdeC Torreón. Al final de las palabras de presentación fue ofrecido un concierto con piezas de Prócoro Castañeda; las ejecutantes fueron Natalia Riazanova, al violín, y Mariana Chabukiani, al piano, quienes lucieron con finura sus talentos. Tuve la fortuna de grabar esas versiones con mi grabadora de reportero; la fidelidad no es la mejor, de repente se oyen mis golpecitos a la grabadora, pero creo que dan una idea de la maravillosa ejecución. Trataré de que esas versiones sean escuchadas en el blog, pero no sé cómo subirlas. Luego avisaré si pude).