viernes, diciembre 28, 2007

Banda in crescendo



En algunas entregas no tan lejanas traté un tema que considero importante para medir, en general, la condición del arte en La Laguna: el desarrollo de su música. En principio y todavía gracias a la Camerata, una especie de oleada benefactora ha permitido que, sin que se note mucho pero sí consistentemente, la música (y todo lo que ella implica) haya tenido aquí, tal vez más que ninguna otra actividad artística, un avance digno de observación, como un boom que ojalá se sostenga y llegue a cuajar en lo deseable: hacer de nuestra comarca un espacio donde el fenómeno musical abarque todo: escuelas, foros, ejecutantes, compositores, agrupaciones, revistas y promotores. La labor no es fácil, pues siempre hay inercias que van en contra de los propósitos civilizatorios. Pese a ello, la evidencia del boom que he querido resaltar permite soñar con un futuro en el que converja lo que enumeré tres líneas arriba y eso dé como resultado un asentamiento de lo que todavía hoy parece pasajero.
Uno de esos esfuerzos musicales en plan de asentamiento lo representa sin duda la Banda Juvenil Salvador Jalife. Dirigida por el maestro Joel de Santiago, esta agrupación nació gracias a la iniciativa de Salvador Jalife Cervantes, quien después de haber comprado instrumentos contrató a un profesor e inició trabajo de enseñanza con niños que vivían cerca de su oficina. Ellos tenían ensayos diarios de forma gratuita, eso en la década de los noventa.
Para pertenecer a la banda juvenil los requisitos son rigurosos: tener de 10 a 14 años, afición a la música y ganas de trabajar en grupo; asimismo, llenar una ficha de inscripción, asistir a un curso de dos semanas y presentar un examen de aptitudes musicales; sólo los que aprueben serán aceptados y sus estudios no tendrán ningún costo, además de que se les proporciona un instrumento, un espacio, accesorios y una beca de transporte. Según el maestro De Santiago Arenas, los muchachos ensayan diariamente dos horas por la tarde, y aprenden teoría de la música, solfeo, técnica de instrumento y repertorio.
El propósito que se plantea su director con esta agrupación es consolidarla durante siete años como una de las mejores bandas juveniles del norte, esto a pesar de que han cambiado elementos —ex miembros han aprendido el oficio y viven de ello—, y que sea a su vez la agrupación musical de jóvenes más representativa de la cultura musical lagunera.
En cuanto a las limitaciones del conjunto, Joel de Santiago señala que una de ellas es que varios de sus integrantes no aspiran todavía a ser profesionales, lo cual gravita en la calidad del trabajo que puede dar un ejecutante, pues la mentalidad del amateur o aficionado siempre es más relajada que la de alguien comprometido a fondo con su disciplina.
Pese a ello, De Santiago insiste en lo dicho; quiere que la Salvador Jalife sea la mejor banda juvenil del país, que siga ofreciendo un servicio social a la comunidad mediante sus presentaciones y que participe en festivales importantes tanto nacionales como internacionales y, con ello, evidenciar con logros evidentes nuestra cultura norteña del esfuerzo y la capacidad de no doblegarse.
Le pregunto al director, en esta entrevista oblicua, ¿qué le añade una banda juvenil a la música en La Laguna?: “Primero, identidad; segundo, la oportunidad de estudiar música sin caer en el riesgo de ser timado como frecuentemente ocurre con las seudoescuelas y academias, infestadas de mercenarios de la música, sin ética, sin vocación ni profesionalismo”.
Muchos presentaciones ha tenido ya la Banda Juvenil encabezada por Joel de Santiago, y muchas más tendrá en los años venideros. Ella ensaya en el Tec de Monterrey Campus Laguna, y es de esperar que, si sigue por ese camino, el futuro previsto por quien la dirige cuaje en una agrupación que nos enorgullezca como de hecho ya lo hace desde ahora. Se trata, no vacilo al decirlo, de una estupenda labor la de esta banda in crescendo.