viernes, mayo 25, 2007

Compacto de Natalia y Uliana

Quizá excedido de entusiasmo pero no insinceramente, escribí hace poco que La Laguna pasa por un momento espléndido en materia musical. Tenemos ya dos teatros dignísimos como escenarios, una Camerata, varios ensambles, algunas escuelas especializadas, numerosos ejecutantes, una revista y, poco a poco, más público. De ahí que, con gusto, soy ahora caja de resonancia para las palabras de Saúl Rosales dichas en el TIM el martes pasado. Me sumo a su alegría por el nuevo logro de Natalia y Uliana:
“Agradezco a Natalia Riazánova el honor grandísimo que me concedió al invitarme a decir unas palabras en la presentación del disco que ella y Uliana publicaron en Búho Records.
Hubo un tiempo en que podía escucharse a mexicanos infestados de xenofobia quejarse y maldecir porque se habían abierto las puertas de nuestra nación a chilenos y argentinos. Fue el tiempo en que los militares y las oligarquías pisoteaban Sudamérica. Era triste escuchar aquella xenofobia cuando aún no se desvanecía la que había estallado contra los españoles que buscaron asilo en México por el acoso fascista de Francisco Franco.
Ahora, en este tiempo, se escuchan menos gruñidos xenofóbicos, quizá porque hemos comprendido que la convivencia de extranjeros y nacionales es una sana dialéctica de la que surgen elevadas síntesis.
Aquí celebramos una de esas valiosas síntesis. Nos reunimos alrededor de un espléndido producto espiritual gestado entre nosotros por dos artistas que sólo convencional y circunstancialmente podemos llamar extranjeras, nos reunimos para celebrar que Uliana Akátova y Natalia Riazánova, brillantes artistas rusas radicadas entre nosotros, publicaron aquí, en Torreón, un disco de sonatas para violín y piano. Sólo la incultura podría no encontrar valioso este hecho.
Natalia Riazánova y Uliana Akátova con el disco nos entregan su riqueza espiritual sumada a la de los compositores que interpretan. A los autores no los tenemos aquí, pero a ellas sí, ahora testimoniando con su obra que la convivencia plural en el campo del arte irradia, sin discriminaciones, satisfacciones para el espíritu. Con este disco que enriquece la cultura lagunera y que esperamos sea el primer festín musical de varios más, Natalia y Uliana entregan a Torreón y a la comarca un producto del alma, el intelecto y el talento.
Celebro en nuestra Natalia y en nuestra Uliana la presencia de todos los músicos que venidos de lejanas y lejanísimas geografías conviven con nosotros, alimentan nuestro espíritu y crean una riqueza artística que será herencia cultural.
No me apropio la representación de nadie, y desde mi más profundo yo, les digo gracias”.