jueves, abril 05, 2007

Ánimo pachanguero

Ayer fue día del taco. Dada la enorme tradición de la festividad (que data desde los remotos tiempos de febrero de 2007) yo celebré con tres atracones de náufrago: en la mañana, seis de barbacoa (puro cachete) con su cebollita, su cilantruco acá y su salsa especialota; en la tarde, tres de chicharrón, tres de mole y uno de asadito; en la noche, dos de adobada, dos de suadero y uno de buche. Fue entonces inaudita la cantidad de sebo que ingresó a mi organismo, el suficiente como para liquidar de un paro cardiaco hasta a Carl Lewis. Pero estoy vivo, pasé en pie la efemérides del taco, y lo más importante: muy orgulloso de saber que tenemos ya un día para rendir tributo al alimento nacional por excelencia, al rey de nuestra gastronomía callejera.
Gran favor le hace la televisión al gusto mexicano por la pachanga. El día de la familia poco antes, y ayer el del taco, son motivos válidos para considerarnos el país que con mayor facilidad abraza cualquier fiesta, incluso la más estrambótica, como ya lo hacemos con el Halloween o con el San Valentín. Todo es cuestión de que la tele diga “rana” y nosotros bricamos. Así debe ser. Creo, sin embargo, que para ser justos con algunas instituciones nacionales (como la familia y el taco), es necesario añadir alguno que otro círculo en el calendario. Estas son mis propuestas:
1. Día de la remesa. La economía mexicana no se ha hundido gracias a los compatriotas visionarios que llenos de ilusión se han ido al extranjero. Sus envíos de dinero son, luego del petróleo, una de las fuentes de riqueza más importantes del país, así que nada mejor que celebrar como se debe la plusvalía de la pobreza nacional, pues merced a ella muchos se van y luego se convierten en sostenes (como mi primo Sóstenes) de muchas familias nacionales. Propongo que ese día no sean cobradas las comisiones por envíos de money order.
2. Día del corrupto. ¿Qué sería de nosotros sin la sagrada corrupción? Lejos de ser un baldón, de ella nos ufanamos, de ella presumimos como si fuera la gran chingadera mediante la cuál nos empinamos al prójimo bien y bonito. De hecho lo es, pues debido a su tremendo arraigo se ha tejido debajo de la vida nacional una infinita telaraña de tejemanejes corruptos, inextricables, inanalizables, la joya de nuestra idiosincrasia. Propongo que ese día todos intentemos hacer una buena transa, aunque hay muchísimos cabrones que la llevan de gane pues todos los días se adiestran en el arte de trasquilar al que se ponga de modo.
3. Día del ejecutado. Es injusto que el fomento gubernamental de la violencia y la impunidad deje al margen de la celebración a los cientos de cristianos caídos en el cumplimiento de sus andanzas. Propongo pues un día en el que honremos a todas las víctimas de la cuerno de chivo. Como gesto solidario, sugiero que tal día los periódicos y los programas de tv y radio no saquen una sola nota sobre el tema (aunque ejecuten ocho en un día, como ocurrió el jueves pasado en Nuevo León).
4. Día del lonche (cien por ciento local). Pongo a consideración del respetable público lagunero la fiesta del lonche. Como el que se elabora en nuestra tierra es, a decir de los expertos, el mejor del mundo, propongo que le dediquemos una jornada de júbilo e ingesta. Puede instituirse de paso el trofeo “Misto: aguacate y carne” (así, con “s”, no con “x”) para los loncheros que hayan hecho historia en algún punto de La Laguna. Ese trofeo debe ser entregado en una bolsa de papel que además contenga servilletas y chiles serranos. Sugiero que a los mejores clientes se les impongan las medallas “Don Jaime” y “Don Chilo”. Justicia pura.