jueves, marzo 29, 2007

JEP aquí

José Emilio Pacheco, mejor conocido como JEP, estará hoy a las 12 del mediodía en el Teatro Nazas. Lo invita el Icocult. Ignoro a qué viene, pues hasta las 6:30 pm del viernes 16 no he visto ni un boletín que difunda lo que a mi parecer es un gran acontecimiento literario. Esto lo digo sin hipérbole. JEP es ya una institución de la cultura mexicana, un escritor cuya trayectoria lo ubica entre el selecto grupo de nuestros consagrados contemporáneos Rulfo, Arreola, Paz, Fuentes, Arredondo, Poniatowska y tantos otros.
Leo a JEP desde 1982, si mi memoria cada vez más traicionera no me engaña. El primer libro que de él pude insumir fue El principio del placer, editado por el legendario sello de Joaquín Mortiz en su serie Del volador. Recuerdo que fue una experiencia determinante en mi formación de escritor, pues en ese libro conocí a un cuentista que narraba tal y como yo soñaba hacerlo: con buena prosa, con imaginación, con encanto, con un sentido social sutilmente expresado. No olvido cuentos como “La fiesta brava” (el mejor del volumen) y “Tenga para que se entretenga”. Y de todo el libro, no sé por qué, la secuencia en la que el niño protagonista de “El principio del placer” se decepciona cuando ve a su luchador favorito en notable camaradería con un supuesto peleador rival.
De mis encuentros con la obra de JEP luego vinieron las novelas Morirás lejos y Las batallas en el desierto. Pasé, claro, por sus otros libros de cuento, La sangre de Medusa y El viento distante. Gozoso también fue leerlo semana tras semana en sus “inventarios” publicados por décadas enteras en Proceso, donde a su buena prosa se añade siempre una erudición que pasma sobre todo si pensamos que la suya era, es, una colaboración muy frecuente.
He dejado al último, aunque comencé a leerlo también a mediados de los ochenta, al JEP poeta, acaso el JEP que el mismo JEP ha de preferir. Yo, al menos, es al que recuerdo con mayor agradecimiento, pues en sus poemas encontré, y encuentro aún, la mirada de un hombre atento a nuestra circunstancia, sensible y asombrosamente crítico. Su poesía siempre me ha parecido ejemplar en tanto conciliadora de los dos extremos que sólo puede tocar el verdadero sabio: sencillez y hondura. Conseguí, sueltos, los delgados volúmenes de editorial Era, El reposo del fuego, Irás y no volverás…, pero fue hasta 1986 cuando, gracias al FCE, tuve acceso a Tarde o temprano, el volumen que hasta esa fecha reunió la obra poética completa de JEP. Es un libro sin fisuras, intensamente humano. Su autor, JEP, estará hoy aquí. Vayamos a verlo, a compartir su batalla en nuestro desierto.