lunes, julio 10, 2006

El estadista

Ahora muchos revaloran el papel egregio de Zedillo cuando declaró la victoria de Fox. Lo elogian, lo recuerdan casi con veneración hindú, como si aquella no hubiera sido una transición pactada. Aceptar a Fox era lo mismo que aceptar a Labastida, como hoy aceptar a Madrazo hubiera sido igual que encumbrar a Calderón. El asunto es no molestar a la IP.